Salvatierra de Pedro Mairal
En el camino vi uno de esos cielos que pintaba Salvatierra. Uno de esos cielos profundos, cambiantes y poderosos. A veces hacía unas nubes dispersas que se achicaban hacia el horizonte, con lo que conseguía darle verdadera dimensión al cielo. Lograba unos espacios aéreos enormes que daban vértigo. Como si uno pudiera caerse dentro de la tela. Yo sabía —había aprendido— qué tipo de cielos le interesaban y algunas tardes, cuando llegaba el colegio al galpón, le decía "Hay un buen cielo afuera" y salíamos a mirar. Es algo que sigo haciendo, sin darme cuenta, aunque Salvatierra haya muerto hace muchos años. Y lo hice esa tarde cuando pedaleaba despacio de vuelta hacia Barrancales: vi el cielo gigante, un cielo de planicie, azul intenso, son nubes como montañas, como regiones, y en silencio le avisé a Salvatierra que saliéramos a mirar. Muchas veces me pasa que, al ver algo, sé cómo lo hubiera pintado él. |