Loco afán. Crónicas de sidario. de Pedro Lemebel
Como si en la libación se fugaran costras de tiempo, rejuvenecieran de regreso a la cuna, hambrientas y lactantes para reflorar sus encías huecas con el dulce néctar de la juventud. El peligro es mínimo, y la pasión succionante adormece al joven que disuelve su ocio en ese absorber.
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