Isla Decepción de Paulina Flores
Después de parpadear frente a las copas sucias, concluyó que si se quedaba ahí sin hacer nada -porque ella y Dios sabían que no iba a lavar la loza ni ordenar- terminaría compadeciéndose de sí misma. Y una cosa era ser decadente y otra muy distinta era estar triste.
|