Buena Alumna de Paula Porroni
Con fuerza, tiro los dedos de una mano hacia atrás. Empujo los dedos aún más abajo, hasta sentir que me arranco la muñeca. Perdedora. Perdedora. Perdedora. Basura. Sos menos que nada. Y entonces me asfixia el deseo, tan grande, tan inmensamente poderoso, de mutilarme hasta el fin y también de volver a estudiar (19-20).
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