Buena Alumna de Paula Porroni
Ahora corrijo. Raspo, raspo. Hasta dejar solo un hueso pulido. Sólo lo mínimo, lo indispensable. Busco en mí esa lengua de muertos. Esa lengua árida. Infértil. Porque así fuimos entrenados. En la mejor universidad del mundo. Para crear un paisaje glacial de palabras (34).
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