El brillo de las luciérnagas de Paul Pen
Tumbado boca abajo en el suelo del salón, rodé sobre mí mismo para alcanzar con mi mano la mancha de sol. Un puñado de rayos que entraban por una rendija del techo dibujaba un círculo de luz no mayor que una moneda. Todos los días recorría el suelo de la estancia principal desde una pared a otra. |