Ballena de Paul Gadenne
Estábamos solos, solos con la ballena, con aquella gelatina inexplicable en la que la nada adquiría colores tan suaves, y, desde ese momento, de común acuerdo y sin necesidad de palabra alguna, abrazamos su causa.
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Ballena de Paul Gadenne
Estábamos solos, solos con la ballena, con aquella gelatina inexplicable en la que la nada adquiría colores tan suaves, y, desde ese momento, de común acuerdo y sin necesidad de palabra alguna, abrazamos su causa.
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La edad de la inocencia