Diez mil heridas de Patxi Irurzun
A mí, al contrario que a ellos dos, la naturaleza no me dotó ni de su fortaleza física ni de su espíritu aventurero (si bien la vida me deparó algunos peregrinos lances, de los que también daré cuenta en estas páginas), pero la rueda de la fortuna, mi voluntad y la Hermandad de los Negritos, a la que mediante estas páginas me dirijo buscando una vez más su amparo, me permitieron encontrar consuelo y refugio en los libros, que aprendí a leer y escribir, y dicen que no sin tino.
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