El misterio de la familia Fonseca de Pablo Poveda
—¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo el periodista dando una segunda calada a un cigarro consumido—. ¿En qué momento nos volvemos idiotas sin darnos cuenta de ello, Narciso? El hombre se rio. Por un instante, alimentando esa altivez propia de un ego desorbitado, Leopoldo pensó que había sobrepasado las líneas pero, de nuevo, volvía a equivocarse. Narciso miró al periodista. —Supongo que cuando dejamos de lado lo que realmente importa. |