Fábrica de prodigios de Pablo Andrés Escapa
Todo en él conspiraba contra su naturaleza estática solo para confirmarla: el copete de plumas negras a punto del desmayo -pero sin decaer jamás-, la mancha roja envolviendo con su ilusión de brasa ardiente la mirada fija, y la cola airosa, como un péndulo aventurado en el aire que, sin embargo, no oscilaba ni con las corrientes más vivas que se colaban al abrir la puerta de la barbería
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