Fábrica de prodigios de Pablo Andrés Escapa
Mercedes movía los labios y yo leía en ellos mi nombre. Y había en aquella voz que no llegaba a oírse una emoción contenida y en aquel gesto de asomarse al aire una desenvoltura juvenil, casi aventurera, de doncella que franquea con presteza y discreción la entrada a su portal.
|