El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde
¡Oh! No podría explicárselo. Cuando quiero a alguien muchísimo, no digo nunca su nombre a nadie. Es como renunciar a una parte de él. He aprendido a amar el secreto. Parece ser la única cosa que puede hacernos la vida moderna, misteriosa o maravillosa. Cuando salgo de esta ciudad no digo a nadie a dónde voy. Si lo hiciera perdería todo mi placer. Es una costumbre tonta, lo confieso; pero en cierto modo parece aportar romanticismo a la vida de uno ¿Me figuro que debe usted creerme loco rematado?
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