Salomé de Oscar Wilde
“¡Ah! ¿Por qué no me miraste, Jokanaan? Tú ocultabas el rostro entre tus manos y me insultabas. Te pusiste en los ojos la venda del que quiere ver a Dios. ¡Bueno! Pues ya has visto a tu Dios, Jokanaan; pero a mí, a mí nunca me viste. ¡Si me hubieras visto, me habrías amado!” |