Indigno de ser humano de Osamu Dazai
Su cuerpo estaba envuelto en una profunda tristeza silenciosa, una corriente de miseria de unos tres centímetros que circulaba sobre ella. Al acercarme a ella, mi cuerpo quedaba también envuelto en esa corriente, mezclándose con la de mi punzante melancolía, como una hoja muerta que se pudre en el fondo del agua. Por fín, me había librado del miedo y de la angustia.
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