No digas nunca jamás de Ardey Olivia
Las personas pasan por nuestra vida y, cuando se van, algunas no vuelven. Madurar es eso.
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No digas nunca jamás de Ardey Olivia
Las personas pasan por nuestra vida y, cuando se van, algunas no vuelven. Madurar es eso.
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Regálame París de Ardey Olivia
La levantó por debajo de los brazos y la llevó, esa vez sí, hasta el dormitorio agarrándola por donde pudo. Se sintió un canalla, porque las manos se le fueron directas al magnífico culo que tantas ganas tenía de tocar. Encendió la luz con el codo, la sentó a los pies de la cama para poder abrir la sábana. Después, la levantó en vilo y la acostó. Antes de taparla, sucumbió a la tentación de mirar. Aquel cuerpo pedía cientos de miradas. Sus pechos firmes y llenos, millones de caricias. Clavó los dedos en el colchón para no sucumbir a las ganas de acariciarle la curva de la cintura. En otras circunstancias, se inclinaría para besarle el ombligo y dibujar círculos con la lengua. Se clavó los dientes en el labio de abajo cuando sus ojos viajaron hasta la oscura tentación de su pubis depilado a la brasileña. Yolanda ocultaba bajo la ropa discreta la palabra «deseo» hecha mujer. Con un suspiro hondo, dio un tirón a la sábana y la cubrió con mimo hasta debajo de los brazos. Ella abrió solo un poco los ojos y sonrió. Patrick notó cómo le pesaban los párpados. Yolanda necesitaba dormir... y él una ducha fría. Pero antes de dejarla descansar a oscuras y en silencio, apoyó la mano junto a su cabeza y se inclinó sobre su rostro.
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En la Toscana te espero de Ardey Olivia
—¿Qué tengo yo de especial? —Todo. —La calma desafiante de Martina avivaba su deseo—. He tardado treinta y tres años en hallarte. Un pasado en el que no quiero pensar. Al menos esta noche, quiero que todo lo que no seamos nosotros se quede al otro lado de ese callejón —indicó con la cabeza hacia su derecha. |
La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
Los sufrimientos no nos rompen, aunque dejan sus marcas y ésas no desaparecen.
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La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
No se atrevía a explicarle la verdadera razón, la misma por la que nunca leía libros de la signatura ciento cincuenta y nueve. Muchos trataban sobre el abandono, la pérdida, la soledad. Ella dejó la universidad en el primer curso y optó por la titulación profesional como ayudante bibliotecaria sabiendo que sería más feliz, ya que le apasionaba leer y trabajar rodeada de libros y lectores. Porque cuando abría los manuales de Psicología, no soportaba leer en letra de imprenta con serifas, esos sentimientos secretos que atribulaban su alma, desde que quien que más quería en el mundo se había ido de casa sin decirle adiós.
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Una chica con estilo de Ardey Olivia
Helen se levantó con el aspecto fresco de una rosa recién abierta, gracias al colorete. Aunque le costó conciliar el sueño de tan enfadada como se acostó. Y no recordaba haber dado tantas vueltas en la cama desde hacía años. En cuanto salió del dormitorio su fino olfato distinguió el agradable olor del café recién hecho. Bajó las escaleras atraída por ese aroma, no existía otro mejor por las mañanas. Escuchó ruido en la cocina. Dado que estaban solos en la casa, quien trasteaba entre fogones no podía ser otro que el culpable de su noche peleándose con las sábanas.
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Un duque sin honor de Ardey Olivia
No está mal una mala mentira, cuando defendemos con ella una buena verdad.
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Un verano en la Provenza de Ardey Olivia
Y la besó con ternura, despacio, con todas las ganas acumuladas desde aquella primera cena. Después, la miró a los ojos para observar su reacción y se sintió infinitamente grande al ver su sonrisa.
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Los hombres de Texas no hablan de amor de Ardey Olivia
- Tenemos toda la vida para contárnoslo todo. Dime solo una cosa Jasper. ¿Me quieres? - Más que a nada. - Eso és lo único que necesito saber. Porque yo no he amado a nadie tanto como te amo a ti. |
Si te quedas en Escocia de Ardey Olivia
(...) No se es forastera cuando se lleva a Escocia en el corazón.
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El nombre de la nación desde donde se organizan los juegos cada año es...