No digas nunca jamás de Ardey Olivia
Las personas pasan por nuestra vida y, cuando se van, algunas no vuelven. Madurar es eso.
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No digas nunca jamás de Ardey Olivia
Las personas pasan por nuestra vida y, cuando se van, algunas no vuelven. Madurar es eso.
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La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
Los sufrimientos no nos rompen, aunque dejan sus marcas y ésas no desaparecen.
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Si te quedas en Escocia de Ardey Olivia
(...) No se es forastera cuando se lleva a Escocia en el corazón.
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Un duque sin honor de Ardey Olivia
No está mal una mala mentira, cuando defendemos con ella una buena verdad.
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Los hombres de Texas no hablan de amor de Ardey Olivia
El pasado es como el estiércol. Si lo remueves, apesta.
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En la Toscana te espero de Ardey Olivia
—¿Qué tengo yo de especial? —Todo. —La calma desafiante de Martina avivaba su deseo—. He tardado treinta y tres años en hallarte. Un pasado en el que no quiero pensar. Al menos esta noche, quiero que todo lo que no seamos nosotros se quede al otro lado de ese callejón —indicó con la cabeza hacia su derecha. |
Un verano en la Provenza de Ardey Olivia
La voz de su conciencia no dejaba de susurrarle que a Peter Pan empezaba a gustarle demasiado Campanilla.
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Un verano en la Provenza de Ardey Olivia
—Mi único error fue enamorarme de aquel chico que un día llamó a mi puerta con unas flores que no eran para mí.
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Un verano en la Provenza de Ardey Olivia
Y la besó con ternura, despacio, con todas las ganas acumuladas desde aquella primera cena. Después, la miró a los ojos para observar su reacción y se sintió infinitamente grande al ver su sonrisa.
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Un duque sin honor de Ardey Olivia
Los pecados, como los secretos, se disfrutan más cuando se comparten
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La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
—No me creía capaz de amar tanto a una mujer —jadeó—. Te tengo en mis sueños y te quiero en mis besos. En todos.
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Regálame París de Ardey Olivia
La levantó por debajo de los brazos y la llevó, esa vez sí, hasta el dormitorio agarrándola por donde pudo. Se sintió un canalla, porque las manos se le fueron directas al magnífico culo que tantas ganas tenía de tocar. Encendió la luz con el codo, la sentó a los pies de la cama para poder abrir la sábana. Después, la levantó en vilo y la acostó. Antes de taparla, sucumbió a la tentación de mirar. Aquel cuerpo pedía cientos de miradas. Sus pechos firmes y llenos, millones de caricias. Clavó los dedos en el colchón para no sucumbir a las ganas de acariciarle la curva de la cintura. En otras circunstancias, se inclinaría para besarle el ombligo y dibujar círculos con la lengua. Se clavó los dientes en el labio de abajo cuando sus ojos viajaron hasta la oscura tentación de su pubis depilado a la brasileña. Yolanda ocultaba bajo la ropa discreta la palabra «deseo» hecha mujer. Con un suspiro hondo, dio un tirón a la sábana y la cubrió con mimo hasta debajo de los brazos. Ella abrió solo un poco los ojos y sonrió. Patrick notó cómo le pesaban los párpados. Yolanda necesitaba dormir... y él una ducha fría. Pero antes de dejarla descansar a oscuras y en silencio, apoyó la mano junto a su cabeza y se inclinó sobre su rostro.
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Los hombres de Texas no hablan de amor de Ardey Olivia
- Tenemos toda la vida para contárnoslo todo. Dime solo una cosa Jasper. ¿Me quieres? - Más que a nada. - Eso és lo único que necesito saber. Porque yo no he amado a nadie tanto como te amo a ti. |
Un verano en la Provenza de Ardey Olivia
—Nunca quise buscar a la mujer de mi vida —murmuró acariciándole la oreja con los labios—. Y resulta que ella me encontró a mí.
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Un verano en la Provenza de Ardey Olivia
Y pensó que el amor, ahora sí lo sabía, el amor olía a la Provenza. Como una pastilla de jabón de lavanda envuelta en papel de seda.
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Un verano en la Provenza de Ardey Olivia
Monique, yo no le pido garantías al amor, ni a la vida. No sé qué pasará con nosotros, pero sí sé que cada minuto que sea feliz a su lado habrá merecido la pena.
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Un verano en la Provenza de Ardey Olivia
—Nunca quise buscar a la mujer de mi vida —murmuró acariciándole la oreja con los labios—. Y resulta que ella me encontró a mí.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises