La diosa de mi tormento de Nuria Llop Piza
Se dejó caer en la cama, boca arriba y con los brazos en cruz, y sonrió con satisfacción. Había sido emocionante, vivificante, extraordinario. Nunca había hecho nada igual. De todas las locuras y rebeldías cometidas desde la niñez, aquella era la mejor. No solo burlaba las normas de la familia y de la sociedad, también constituía un desafío a la ley. Impresionante.
|