No lo llames amor de Noelia Amarillo
—Pero, claro, cómo va a presentarme a nadie si sólo soy una maricona viejuna, feúcha y con mucha pluma que hace cuadros, mientras que él es un periodista guapísimo y jovencísimo al que no se le nota nada que es maricón. Lo raro es que esté conmigo —murmuró afligido.
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