No lo llames sexo... ¿O sí?: 2 de Noelia Amarillo
—No es que se lleve mal con los niños —rebatió Iskra poniéndose seria—. Lo que le ocurre es que lo asusta quererlos, por eso adopta esa actitud desagradable y meticona, para mantenerlos alejados. No quiere sentir simpatía por ellos, mucho menos conocerlos o, peor aún, caerles bien y que esperen algo de él. Lo que pasó con su hijo lo ha marcado profundamente. Y lo aterroriza volver a querer a otro niño.
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