El rabino de Noah Gordon
Una palabra serena a un hombre sensato vale más que un año de súplicas a un tonto.
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El rabino de Noah Gordon
Una palabra serena a un hombre sensato vale más que un año de súplicas a un tonto.
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La bodega de Noah Gordon
Así que , piénsalo bien. Primero Jordi la dejó preñada y la abandonó. Luego Ferrán la aceptó solo porque es capaz de trabajar sin descanso. Y después Tonio Casals . . . Seguro que la maltrataba. Con un pasado así, supongo que considera una bendición no tener ningún hombre a su lado, ¿no te parece?
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El diamante de Jerusalén de Noah Gordon
¿Qué posees de auténtico valor que no puedas llevarte contigo? Alfred reflexionó un instante. -Esta ciudad -respondió.
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El diamante de Jerusalén de Noah Gordon
¿Tienes pensado venir? Con la esperanza de convencerte de que lo hagas, te adjunto este papel. Lo necesitarías porque no le conceden el visado a quien no pueda probar que no va a engrosar las filas de los que reciban alimentos gratuitamente.
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El diamante de Jerusalén de Noah Gordon
Hasta que apareció este lapidario judío de Brujas, los diamantes solo relucían gracias a un feliz capricho de la naturaleza; la única manera de proporcionarles algún tipo de brillo era frotarlos uno contra otro.
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La doctora Cole de Noah Gordon
Después de todo, que es una mentira? No es sino la verdad enmascarada escribió Byron
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La doctora Cole de Noah Gordon
R J recordaba que su madre le había comentado a una amiga que la primera vez que su hija desafió al Dr. Cole fue cuando nació niña. Su padre esperaba un hijo.
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La doctora Cole de Noah Gordon
Su traje de negocios consistía en unos Levis descoloridos y una cazadora de los Patriots de Nueva Inglaterra, y llevaba la espesa cabellera de color castaño tirando a gris recogida en una extravagante cola de caballo.
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La doctora Cole de Noah Gordon
Al cabo de diez minutos pasó una motocicleta rugiendo, y los ciervos se lanzaron hacia el bosque con largos y temerosos saltos, a un mismo tiempo poderosos y delicados.
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La doctora Cole de Noah Gordon
Justo en el momento del peligro, pero no antes, a Dios y al médico adoramos por igual; una vez pasado el peligro, por igual se lo pagamos: Dios olvidado, y el médico desdeñado.
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?