Brumas de Nieves Hidalgo
Lea sólo acertó a ver unos mechones de cabello oscuro que caían sobre un rostro atezado. Pero justo en ese instante, antes de cruzar el umbral, Ellis se volvió hacia los presentes, como si los retara. Y algo se agitó en Lea ante unos ojos acerados, suspicaces e inteligentes. Y un punto amenazadores. Ojos de diablo. Pero, eso sí, un ángel del mal excitantemente atractivo. Entonces, Ellis se fijó en ella. A Lea se le paró el tiempo cuando se encararon en la distancia. Aquellas pupilas quemaban y una desazón incómoda corcoveó por su columna vertebral. Pero el hechizo se rompió (…) |