Alma vikinga de Nieves Hidalgo
—Quiero a la mujer que se enfrentó a mí o... —¡¡¡Suelta a mi hermano, maldito vikingo!!! —tronó una voz femenina. Se volvió él apartando al niño, adelantando su arma y... Allí quedó, sin posibilidad de reacción ante la imagen que tenía delante. Era una visión. Un sueño. Sus ojos se entrecerraron catalogándola. Ella era la mujer que buscaba, la misma que había estado a un paso de mandarlo al Valhöll. Era ella, sí, pero ahora, sin sus ropas de batalla, cubierta por una túnica de irisaciones doradas que le llegaba hasta la mitad de unos muslos torneados y firmes, y calzando unas sandalias del mismo color cuyas cintas se enroscaban a sus pantorrillas, resultaba un espejismo. No por ello le pareció menos peligrosa que en el campo de batalla. Lo miraba de frente, con los brazos en jarras y sin ápice de temor. «Una espléndida valkiria», se dijo Ishkar. Inspiró hondo dándose cuenta de haberse mantenido sin respirar mientras la observaba. Valerosa o no, atrevida o no, preciosa o no, era simplemente una mujer. —Volvemos a encontrarnos —le dijo. |