Rivales de día, amantes de noche de Nieves Hidalgo
—Si tu bisabuela cree que no es vanidoso, es posible que haya perdido vista con la edad. Y tú, también; a mí me parece un hombre arrogante, inmodesto y pagado de sí mismo. A veces, da la impresión de haberse tragado un puercoespín. Me importa muy poco si tu tío se esfuma o no, la verdad, la casa está más tranquila sin él dando órdenes. —A mí no me engañas, Babs. He visto el modo en que le miras y el modo en que te mira él. Para alguien con dos ojos en la cara… —Tienes demasiada imaginación, deberías aprovecharla para escribir cuentos infantiles o algo así. —La intuición no me falla nunca. —No me pareció eso anteayer, cuando entramos por la puerta trasera de aquel tugurio en el que se jugaba, y casi nos vemos envueltas en una trifulca. ¿Quién era ese sujeto tan apuesto que intentó detenerte y al que agrediste sin venir a cuento? Pobre hombre. Aún deben de dolerle las costillas por haber caído sobre la mesa. |