Iris y las semillas mágicas de Nicola Skinner
Llegados a este punto, debería haberme rendido. Olvidarme de planchar el uniforme por la mañana era tan poco propio de mí que debría haberlo reconocido como señal de una maldición, allí y en aquel momento. Lo mismo podía haber empezado a llevar una cazadora de cuero y a recorrer la ciudad en moto, tal como estaban entonces mis posibilidades de ganar el concurso. |