El vampiro. Una nueva historia de Nick Groom
Lo insólito del vampirismo es que enclaustra el perverso deseo humano de pudrirse en la tumba. Los vampiros no se descomponen, así que la putrefacción post mortem garantiza que uno es humano (o que su carcasa corrupta lo fue), a no ser que se tenga la soberbia de pretenderse un santo incorrupto.
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