El océano al final del camino de Neil Gaiman
En el fondo, nadie es como aparenta ser. Tú, por ejemplo. O yo. Las personas son mucho más complicadas que eso. Y eso vale para todo el mundo.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
En el fondo, nadie es como aparenta ser. Tú, por ejemplo. O yo. Las personas son mucho más complicadas que eso. Y eso vale para todo el mundo.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
La esquirla de hielo de mi corazón empezó a calentarse, se derritió y volví a sentirme completo y seguro de nuevo.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Me sentía seguro. Era como si la esencia de la abuelidad estuviera condensada en aquel lugar, en aquel instante.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Era la tormenta, el rayo, el mundo adulto con todo su poder, todos sus secretos y toda su estúpida crueldad. Me guiñó un ojo.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
De repente el futuro se había vuelto incierto, cualquier cosa era posible: el tren de mi vida acababa de descarrilar.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Mientras crecía, aprendí muchas cosas en los libros. Me enseñaron casi todo lo que sé sobre cómo se comporta la gente y cómo debo comportarme yo. Los libros fueron mis maestros y mis consejeros.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Me evadí mentalmente, enfrascándome en la lectura de un libro. Así era como me escapaba cuando la vida real se me hacía muy cuesta arriba o demasiado inflexible.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Me pregunté quién era yo, algo que solía hacer a esa edad, y qué era exactamente lo que estaba mirando la cara reflejada en el espejo. Si la cara que estaba mirando no era yo, y sabía que no lo era, porque seguiría siendo yo le pasara lo que le pasase a mi cara, entonces ¿qué era yo? ¿Y qué era lo que estaba mirando?
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Es lo malo de los seres vivos: no duran mucho tiempo. Un día son cachorritos y al día siguiente ya son gatos viejos. Y luego solo quedan los recuerdos. Y estos se desvanecen y se mezclan…
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Me entristeció no tener miles de libras (incluso sabía en qué las habría gastado: me habría comprado un lugar en el que pudiera estar solo, como una Baticueva, con una entrada secreta)
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
[...] y así podía seguir leyendo a escondidas cuando debería estar ya dormido. La escasa luz que entraba por la puerta entornada me permitía leer cuando yo quería. Y siempre quería leer.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
No fui un niño feliz, aunque en ocasiones estaba contento. Vivía en los libros más que en cualquier otra parte.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Me encantaba leer. Me sentía más seguro en compañía de un libro que de otras personas.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
A medida que nos hacemos mayores nos transformamos en nuestros padres; si pudiéramos vivir lo suficiente, veríamos cómo se repiten las mismas caras una y otra vez.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
A veces los recuerdos de la infancia quedan cubiertos u oscurecidos por las cosas que sucedieron después, como juguetes olvidados en el fondo del armario de un adulto, pero nunca se borran del todo.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
[...] y a veces mi trabajo simplemente me sirve para rellenar los huecos que hay en mi vida. Algunos, no todos.
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El arte importa de Neil Gaiman
Una biblioteca es un sitio seguro, un refugio del mundo. Es un lugar com bibliotecarios.
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Cuando su padre envió a Coraline a contar los objetos azules, las puertas y las ventanas, ¿Cuantas contó de cada una?