American gods de Neil Gaiman
Puede que muramos en el intento. Pero mejor morir ahora todos juntos, en el ataque, como dioses, que morir huyendo y en soledad, como ratas en una bodega.
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American gods de Neil Gaiman
Puede que muramos en el intento. Pero mejor morir ahora todos juntos, en el ataque, como dioses, que morir huyendo y en soledad, como ratas en una bodega.
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American gods de Neil Gaiman
La libertad de culto es también la libertad de elegir el culto equivocado. Del mismo modo que la libertad de expresión te garantiza el derecho a guardar silencio.
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American gods de Neil Gaiman
La gente cree —pensó Sombra—. Eso es lo que la gente hace: creen. Y luego no se responsabilizan de sus creencias; invocan cosas, y no confían en sus invocaciones. La gente puebla la oscuridad con fantasmas, dioses, electrones, cuentos. La gente imagina y cree: y es esa creencia, esa creencia firme como la roca, la que hace que las cosas sucedan.
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American gods de Neil Gaiman
—No debes olvidar —dijo el señor Ibis, exasperado— que la vida y la muerte son dos caras de la misma moneda. —¿Y si yo tuviera una moneda de dos caras? —Solo los dioses y los locos tienen monedas de dos caras. |
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Neverwhere de Neil Gaiman
Richar pensó que era como si alguien hubiera cogido una pequeña corte medieval y la hubiera metido, como buenamente había podido, en un tren del metro.
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Neverwhere de Neil Gaiman
...ese podría haber sido el aspecto de Robinson Crusoe si hubiera naufragado en una azotea en lugar de una isla desierta.
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Neverwhere de Neil Gaiman
Lo siento. Todo empieza con unas puertas. [...] Yo en tu lugar tendría mucho cuidado con las puertas.
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El libro del cementerio de Neil Gaiman
—[...] Pero para sacarlo adelante va a hacer falta mucho más que la generosidad de dos espíritus bondadosos —advirtió Silas—. Va a hacer falta todo un cementerio.
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El libro del cementerio de Neil Gaiman
—No es sólo cuestión de lo que puedo aprender allí, sino que hay otras cosas. ¿Tú sabes lo agradable que es estar en un sitio rodeado de gente que también respira?
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El libro del cementerio de Neil Gaiman
—¿Y qué? La muerte no es algo tan malo. Quiero decir que mis mejores amigos están todos muertos.
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El libro del cementerio de Neil Gaiman
—Aquí todo el mundo ha vivido ya su vida, Nad, por muy breve que fuera. Ahora te toca a ti. Tienes que vivir tu vida.
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El libro del cementerio de Neil Gaiman
—Hola, Nad. —Hola —replicó el niño sin dejar de bailar—. No sé cuál es su nombre. —Los nombres no importan en realidad. |
Stardust de Neil Gaiman
Más vale gritar a gente que no esté ahí, que permitir que gente que está ahí nos pase por alto por no haber gritado.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Parecía tres o cuatro años mayor que yo. Pero puede que tuviera tres mil o cuatro mil años más, o millones. Habría ido con ella hasta las mismísimas puertas del Infierno.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Me desperté en la oscuridad, y lo único que sabía era que un sueño me había asustado tanto que tenía que despertarme o morir, y sin embargo, por más que lo intentara, no era capaz de recordar lo que había soñado.
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El océano al final del camino de Neil Gaiman
Me encantaban los mitos. No eran historias para adultos ni tampoco para niños. Eran mucho mejor que eso. Simplemente «eran».
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Coraline de Neil Gaiman
—Los gatos no tenemos nombre. —¿No? —dudó Coraline. —No —corroboró el gato—. Vosotros, las personas, tenéis nombres porque no sabéis quiénes sois. Nosotros sabemos quiénes somos, por eso no necesitamos nombres. |
Coraline de Neil Gaiman
—Realmente no lo entiendes, ¿verdad? —repuso—. No quiero tener todo lo que deseo. Nadie lo quiere, no de verdad. ¿Dónde estaría la gracia si tuviese todo lo que quiero? Es eso y nada más, ¿y después qué?
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Cuando su padre envió a Coraline a contar los objetos azules, las puertas y las ventanas, ¿Cuantas contó de cada una?