Días de hambre y miseria de Neel Doff
Una vez cumplidos mis 9 o 10 años, nada tuvo lugar en aquella casa que pueda hoy recordar con simpatía. La pobreza se había implantado en ella de forma permanente; iba agravándose con cada nuevo hijo, y el cansancio y el desaliento de mis padres hacían cada vez más frecuentes los días de hambre y miseria.
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