Lobo ha terminado, con solo diecisiete años, camino de la cárcel. Cómo llegó a conducir, sin tener permiso de conducir, el coche de su madre hasta tener un accidente con otro vehículo cuyos ocupantes han resultado heridos y dónde se dirigía, es solo el comienzo de una historia que en realidad no es solo la de Lobo. Es la de su madre, la de sus abuelos, la de su hermana.
«¿Quién dice que las cosas están escritas con antelación, quién dice que somos peleles y quién puede saber lo que va a pasar en la vida?»
Lobo solo quiere ver a Paloma, su hermana. Puede que esto afecte gravemente a Fénix, su madre, cuando la policía se ponga en contacto con ella y las únicas palabras de su hijo estén dedicadas al deseo único e inapelable de que solo Paloma acuda a verle. Fénix no se ha llamado siempre así. Antes fue Éliette. Y toda la historia empieza con ella, aunque es posible que empezara en realidad con sus padres. Con unos padres que invirtieron mucho tiempo en pretender que Éliette fuera algo que no es y que, siendo muy pequeña, la pasearon como a una estrella. Puede que entonces Éliette se revelara y que cometiera más de un acto horrible. Pero entonces pasó a ser Fénix y se alejó de todo y de todos.
A través de esta lectura conoceremos el pasado de Fénix, su infancia y cómo todo lo que ocurrió muchos años atrás sigue teniendo eco en cómo es ahora. También descubriremos por qué el pasado es importante en el presente y qué ha sido de cada uno de los miembros de esta familia que ahora parce rota y dispersa. La autora disecciona a los personajes de un modo inteligente y poético. Desfilan con suavidad ante el lector y las descripciones de los sentimientos y los paisajes son delicadas, justas en su medida, casi líricas.
«Una madre y su hija, aguzando el oído, en silencio, a ambos lados de una puerta negra.
Aún puede pasar de todo».
Una lectura breve, en la que en apenas un centenar de páginas Appanah logra conmover al lector, transportarlo a seno de una familia aparentemente rota y mostrarle todo lo que ha ocurrido hasta llegar a la situación con la que arranca la historia. Cierra el círculo con un final prácticamente perfecto en el que todos sus personajes imperfectos encuentran su lugar.
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