Natalia Sancha

Eso es el patriarcado. Se disfraza de privilegio o de protección, pero te llena de dudas: dudas sobre si eres lo suficientemente buena o sobre si ves peligros donde no los hay.

Observar el cambio en la naturaleza y las diferencias entre cada estación, esperar a la primavera y a que crezcan las flores después de que todo estuviera muerto y gris durante el invierno me enseñó a no perder la esperanza. Con cada muerte, comienza una nueva vida.

Ver morir es muy diferente a ver muertos.

Nada es más peligroso que la verdad en un mundo que miente

En cuanto a los heridos, más numerosos, generalmente lo eran de metralla o bala, un riego a correr. Pero en la aureola romántica que rodea a la figura del corresponsal de guerra no cabía pensar que las cicatrices podían ser zurcidas por balas invisibles, en la mente, en el alma, heridas que no para pocos han sido mortales, llevados al suicidio, ahogados por el alcohol o la depresión.

Denunciar la historia de otras personas siempre es más fácil que contar la de una misma.

Nada es más peligroso que la verdad en un mundo que miente

Nunca hay suficiente tiempo para hacerlo todo en la vida.

Incluso en medio de una revolución femenina, me encuentro en una lucha constante por demostrar mi valía. Puedo ver por qué muchas de estas mujeres sufren de misoginia interiorizada: las semillas del patriarcado, plantadas durante siglos, no pueden ser arrancadas en cuestión de meses, ni siquiera en años. Sin embargo, darse cuenta de este problema es el primer paso en el camino hacia su solución.

El patriarcado y la misoginia interiorizados pueden ser incluso peores que los que provienen de los hombres