No he dejado del todo el periodismo. Pero después de trabajar algunos años como periodista de viajes, algo en mí seguía buscando otro tipo de escritura, un día decidí dejar mi trabajo e irme a estudiar escritura, no tenía idea de que saldría del máster de la Escuela de Escritores con una novela. Sabía que quería escribir y empecé a disfrutarlo mucho como un juego y también a obsesionarme con esa historia, cuando empecé sabía que ya no iba a parar hasta tenerla escrita, era como descubrirla, como si en lugar de imaginarla o inventarla, yo tuviese que descubrirla, verla, recordarla y eso fue lo que me atrajo de la ficción, porque en el periodismo lo ves claramente, tienes testimonios, tienes hechos, en la ficción tienes que buscar, explorar un mundo quizá soñado, o guardado muy adentro a veces en forma de fábulas, de personajes que vas descubriendo a medida que escribes.
El personaje principal de este libro es Lucas, quien vuelve al jardín de su antigua casa, donde yacen los restos de su padre ¿Cómo surgió el personaje?, ¿de dónde salió la idea de presentar la visión de un niño?
Lucas nació con la casa. Desde el principio fue su voz la única que yo podía escuchar cuando quería acercarme a la historia. Creo que de alguna forma nace de mis propias preguntas de infancia y la única manera de acercarme a ellas era usando esa voz, una voz que navega entre lo cruel y lo onírico, la muerte, la locura y la salvación, pero tenía que ser una mirada que de alguna forma no trata de entender lo que sucede, lo siente, lo experimenta, es capaz de asombrarse, como de sentir un odio extremo, sin justificarse, sin tener el peso enorme de la culpa, esa mirada tenía que ser la de un niño que no estuviera llena de todos los filtros que vamos incorporando al crecer.
El jardín y el universo de los insectos son fundamentales en el desarrollo de esta historia ¿Cómo te acercaste a ellos?
Desde pequeña he habitado más los jardines que las casas. Antes, mi ciudad estaba llena de jardines, por muy pequeña que fuese la casa, tenía un jardín, una huerta, ahora no, ahora están desapareciendo, y todo ese mundo se pierde. Desde el principio la novela iba a tener un jardín que representara la tierra, la vida. Y los insectos fueron idea del personaje y de alguna forma todo tuvo sentido cuando surgió esa idea. Yo tuve que sumergirme totalmente en ese mundo para entender su poética y llevarla al centro de la novela, quería que la columna, o hablando en términos más entomológicos, que el exoesqueleto de la novela fuesen los insectos, que el lector se sintiese dentro de la tierra, en comunión con ella, rodeado de estos seres minúsculos, y celestiales para el personaje.
La piel muerta ¿qué representa para ti? Dentro y fuera de este libro.
La piel muerta representa la aceptación de nuestra mortalidad y de que aquello que nos rodea, y que nos sobrevive, la naturaleza, los insectos, prescinde de nosotros y es quizá mucho más sagrado.
Lucas recrea, a través de sus recuerdos, la historia de su familia y la explica a su padre, a quien se dirige constantemente, a un padre muerto que nunca responderá… ¿Nos puedes hablar un poco de esto?
La historia de Lucas es un gran reproche al padre, no solo a su padre, sino a un gran padre omnipotente que representa un único relato bajo el que el personaje ha tenido que vivir. Esta conversación es su forma de mostrarle que él puede crear su propio relato, de matar a ese gran padre a través de la palabra, a través de su propia transformación.
Nuestra piel muerta es un libro en el que se cuenta un secreto ¿era esa tu intención?, ¿por qué contar un secreto?
Creo que guardo algunos secretos que me aterran, secretos que he encontrado en muchos lugares desde pequeña, como pequeñas revelaciones sobre mí, sobre la locura, la muerte, que no se pueden decir porque no he encontrado otro lenguaje para hablar de ello que no sea la ficción. La fabulación, como forma de entender esos secretos y contarlos. Para mí escribir es eso, es fabular, es jugar, pero con el fin de revelar algo, no siempre algo propio, a veces algo muy sutil, pero muy humano y quizá inaccesible a la razón, a lo lógico, a lo real.
Es una novela llena de misterio, de poesía en la que se presentan muchos símbolos bíblicos ¿es necesario resignificarlos?
El personaje necesita resignificarlos para crear su propio relato sagrado, un relato a través del que pueda encontrar a su madre, el amor, la salvación. Yo tenía la necesidad de resignificarlos porque creo que los vivimos todo el tiempo, desde pequeños nos acercamos a esos símbolos y el problema es que tomamos su significado como algo único. Escribir para mí siempre es resignificar, el lenguaje tiene esa función, hay que apretarlo, retorcerlo para buscar nuevos significados.
Algunos de los personajes son tocados por la locura ¿La locura salva o te condena?
Me pregunto eso todos los días. Creo que en algún punto nos desconectamos del verdadero lenguaje de la locura, yo lo busco todo el tiempo para encontrar esa respuesta y mi propia salvación quizá.
Se trata de tu primera novela ¿cómo has vivido esta experiencia?, ¿su publicación?, ¿tu relación con la editorial?
La verdad es que hasta ahora me cuesta creerlo, sobre todo la parte de que hay gente que está leyendo el libro. Pasar de lectora a ser leída es muy extraño, sobre todo por la sensación que uno tiene al leer algo, esa especie de estado irreal, de no estar en el mundo. Imaginar que alguien está leyendo tu libro y está ingresando en ese mundo que trataste de crear es totalmente asombroso, un tipo de felicidad que nunca había experimentado. Mi relación con la editorial es muy buena, creo que tuve la suerte de encontrarme con los editores de Navaja Suiza, es una editorial que admiraba y leía mucho, nunca imaginé publicar ahí. Luego sucedió todo, la publicación, la presentación y ellos me han acompañado mucho, me han acercado a clubes de lectura, que es otra experiencia que me ha cambiado, me han cuidado mucho a mí y al libro y creo que es algo que puede suceder con editoriales independientes, esa cercanía, esa confianza.
¿En qué proyecto literario estás trabajando ahora?
Estoy trabajando en un libro de cuentos que empecé antes de escribir Nuestra piel muerta y que he retomado, pero escribir cuentos es muy diferente a una novela, a veces tengo uno que logro terminar en dos semanas, con otros llevo meses y otros, muy pocos, han salido en un par de días. Así que alterno ese proyecto con la escritura de una nueva novela y de otro proyecto muy íntimo que hago con mi hermana Fernanda García que se trata de una correspondencia de texto y fotografía alrededor de la infancia como territorio, no desde lo autobiográfico, sino desde la ficción.
Natalia García Freire y sus lecturas
¿Qué libro te incentivó a escribir?
Dos: Siempre hemos vivido en el castillo de Shirley Jackson y En el corazón del corazón del país de William H. Gass.
¿Cuál fue tu primer gran descubrimiento literario?
Las aventuras de Tom Sawyer, fue el primer libro que leí y releí por mucho tiempo.
¿Qué libro relees con frecuencia?
Manual para mujeres de la limpieza de Lucía Berlín y Pedro Páramo.
¿Qué libro te da vergüenza no haber leído?
El ruido y la furia de William Faulkner, que quiero leer este año.
¿Quién es el diamante literario que harías descubrir a nuestros lectores?
Raduan Nassar, escritor brasileño con dos novelas cortas y un libro de cuentos. Cada una de sus palabras vale la pena.
¿Algún clásico de la literatura que consideres sobrevalorado?
No lo sé. A veces siento que hay libros que están muy poco valorados o son muy poco conocidos, entre ellos uno que acabo de leer gracias a Socorro Venegas: La ruta de la evasión de Yolanda Oreamuno.
¿Tienes una cita literaria de culto?
«Christian es grato como una cosa. Están las cosas, los animales y los hombres. ¡Caca de la vaca! ¿Qué?» de El valle de los avasallados, de Rejean Ducharme (otra joya).
¿Qué estás leyendo actualmente?
El poemario de Ernesto Carrión, 18 SCORPII: ABIOGÉNESIS, y Morte D`Urban de J. F. Powers, no sé por qué nadie me había hablado antes de ese libro, es una barbaridad y también los cuentos de Faulkner.
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Nuestra piel muerta de
Natalia García Freire publicado por
La Navaja Suiza: