La luna del leopardo de Nalini Singh
Media hora después Talin se miró el cuello en el espejo del cuarto de baño y frunció el ceño. —¿Por qué no te has limitado a morderme? —preguntó frotándose la marca que él le había dejado. —Eso he hecho. —Dándole una palmada en el trasero al que pasaba, a medio vestir con unos vaqueros y con el pelo mojado, la obsequió con una sonrisa impenitente—. ¿Quieres que lo haga otra vez? —Su mirada descendió por su cuerpo. Sonrojada, le empujó fuera del baño y continuó cepillándose el pelo húmedo. |