Hija de fuego y arena de Nafiza Azad
Las personas le temen a la muerte por dos motivos muy distintos. El primero es obvio: no saben qué hay, si es que hay algo, detrás del velo. Esa es una cuestión de fe. La segunda razón también es evidente: las personas temen ser olvidadas. Viven sus vidas tallando espacios para para sí mismos en el tiempo y la historia para que de todos modos los olviden. Incluso aquellos que ganan fama o notoriedad son víctimas del tiempo; lo que las personas recuerdan no son los individuos directamente, sino cómo los experimentaron quienes los conocían. La verdad de una persona, la esencia de una persona, se desvanece con su muerte. Simplemente, así es la vida.
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