Myriam Imedio

A veces la vida es un conjunto de planes que no salen bien.

Hay personas que llegan para quedarse y no importa lo lejos que estén. No importa la distancia, los meses mudos, la falta de abrazos. Si residen dentro de ti, te acompañan siempre.

Los edificios son como la mente de una persona. Si no inviertes tiempo en cuidarla y mantenerla acaba destartalada. Convertida en algo que no es

Y dije sí. Algunos síes son tu perdición, un laberinto elaborado a conciencia, un proyectil lanzado por una catapulta. Es increíble cómo una palabra puede cambiar el rumbo de tu destino sin apenas darte cuenta.

Las personas estamos hechas de luces y sombras [...] pero algunos seres son oscuridad profunda

No se debería mentir a quien se quiere. Por mucho que nos convenzamos y digamos que es por su bien, no es así. Nunca es así. No mentimos para salvar al prójimo, mentimos para salvarnos a nosotros. No hay mentiras piadosas, hay verdades que no queremos decir.

Nada vuelve más loca a una persona que las sospechas y las preguntas huérfanas de respuestas. Ansiamos saber, aunque lo neguemos y creamos que somos más felices en la ignorancia.

Solo un herido de guerra entiende a otro mutilado en la batalla.

La gente no sabe nada. Juzga, incluso sin palabras

Hay personas que llegan para quedarse y no importa lo lejos que estén. No importa la distancia, los meses mudos, la falta de abrazos. Si residen dentro de ti, te acompañan siempre.

Hay personas que no saben llorar, que esconden mares con nombre en su interior, son personas que se ahogan en su propia lluvia.

Cuando crezcas, entenderás que hay personas que te hacen volar sin moverte del sitio, que te hacen bailar sin música; personas que consiguen que nieve, a cualquier hora, de cualquier mes, y no sientes frío. Esas personas son magia. Cuando las encuentres, no las dejes marchar. Que formen parte de ti, cariño, que envuelvan tus días y tus noches, tus locuras y tus avatares. Las reconocerás porque tienen el encanto propio de los seres que se siguen sorprendiendo por todo. Las reconocerás porque son luz.

Y moriré ciego, pero he visto más que el resto. No siempre ve mejor el que mantiene los ojos abiertos.

Mi cuerpo era un manojo de nervios, pero por un instante había recuperado la sensación de bienestar y alegría. Una emoción que te regalan los lugares donde has sido feliz.

No hay nada más jodido que el miedo. Cuando se instala en tu cabeza y se apropia de las habitaciones, de las llaves, de las ventanas...se convierte en un okupa difícil de desalojar.

Hay puertas que una vez abiertas no pueden volver a cerrarse.

El problema es que nos convencemos de que no somos capaces de hacer demasiadas cosas. Nos imponemos límites morales y estos se derrumban cuando las circunstancias mutan, se transforman.

El pasado nos marca la dirección al presente y al futuro.

Hay personas que no saben llorar, esconden mares con nombre en su interior, son personas que se ahogan en su propia lluvia.

Y cuanto más hablábamos, más nos entendíamos. Pocos días y muchas conversaciones bastaron para que naciera una bonita y atípica amistad entre dos personas que no se habían visto. No hay nada más íntimo que desnudarse con la ropa puesta. Nada. Y eso hicimos casi sin darnos cuenta. Desnudarnos.