Adiós, pequeño de Máximo Huerta
Las mujeres y los hombres que fueron niños en la guerra y adolescentes en la posguerra tienen la resistencia de la tierra, han forcejado con las obligaciones, aceptándolas, son cuerpos de fibra, con nervio, con impulso para hacer todo a todas horas, tienen el poderío que no exhiben y han conquistado la democracia. No sé dónde está su debilidad, tal vez en la ausencia de vanidad. No hay ego. Ni queja.
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