Una rosa sola de Muriel Barbery
Esa noche soñó que paseaba con su padre en un campo de ciruelos, junto a un templo de madera oscura. Detrás de ellos caminaban los demonios de los cuentos de su infancia. Ante una flor de belleza extrema, con los pétalos semejantes a destellos de diamante y los estambres como trazos de tinta clara, Haru le tendía la mano, diciendo: Te expondrás al dolor, a la entrega, a lo desconocido, al amor, al fracaso y a la metamorfosis. Entonces, así como está en mí la flor del ciruelo, mi vida entera pasará a ti.
|