Amy y Roger de Morgan Matson
Lo observé un momento. Y luego, aunque estaba segura de que lo de anoche había sido pura suerte y no iba a conseguir dormir, cerré los ojos. –Buenas noches, Roger –murmuré. Poco después, me sorprendió oírlo contestar, porque creía que estaba dormido: –Buenas noches. Pero me llamo Edmund. |