La casa del tejado rojo de Mónica Rodríguez Suárez
Me quedé en silencio, notando la enormidad del sillón negro donde me hundía. Me sentía tan bien por haberlo contado todo, sin una sola mentira, que me entró mucho sueño. Amelia Tresárboles echó el cuerpo hacia delante. -Daniela, tú no eres mentirosa, eres escritora. |