Nacida libre de Minerva Piquero
Cora era realmente especial. Seguramente rondaba los cuarenta, pero aparentaba menos. Era una mujer de esas que destacan sobre las demás, con una figura bonita y una de esas miradas serenas y profundas que te invitan a pasar, a sentirte segura. Olía muy bien y todo en ella resultaba sensual, su voz, su forma de recogerse la melena en una coleta sin dejar de sonreír, y sus manos grandes y abiertas que hablaban más que sus palabras. Desprendía una energía poderosa que hacía imposible no desear tenerla cerca. Pero su alma parecía triste. |