Una Navidad encantada de Minerva Hall
La pasión que notó en su voz, la determinación que mostraban sus facciones y la intensidad del amor que vivía en su corazón le dejaron clara una cosa: aquella mujer era un peligro que no podía permitirse. Más le valía levantarse y salir de allí tan rápido como la magia de sus antepasados se lo permitiera. Lo peor de todo era saber que no lo haría. Que aunque su cerebro le decía una cosa, había algo más poderoso, no sabía qué era, que lo dejó atado a la silla, contemplándola, haciéndole imposible moverse y escapar de allí. |