Sihuhé, el egipcio de Mika Waltari
[...] mi venganza me había roído el corazón sin haber podido perjudicarla, y esto me demostró que la venganza no procura ninguna satisfacción, sino que su dulzura es efímera y se vuelve contra su autor, abrasándole el corazón a fuego lento.
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