Casas muertas de Miguel Otero Silva
Ella se detuvo un instante. Sabía lo que Sebastián iba a decir y, sin embargo, le entró por los oídos hasta el corazón, hasta la pulpa de su carne, como una brisa caliente y húmeda.
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Casas muertas de Miguel Otero Silva
Ella se detuvo un instante. Sabía lo que Sebastián iba a decir y, sin embargo, le entró por los oídos hasta el corazón, hasta la pulpa de su carne, como una brisa caliente y húmeda.
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