Despiértame para verte morir de Miguel Aguerralde
—¡Abogado! —gritó, pero aquella no era su voz, era como si el mismo Satanás me llamase a través de él. Los guardias intentaban arrastrarlo fuera de la sala, pero aun así los últimos ecos de sus aullidos me llegaron como una sentencia— ¡Algún día, abogado! ¡Algún día tú arderás conmigo en el infierno! |