Caminaran sobre la tierra de Miguel Aguerralde
Apenas erguidos, evitando el tintineo de las pistolas y los sables, los piratas no tardaron en desaparecer bajo el manto tupido de hojas y ramas de la selva dominicana. Las millas a recorrer a pie no eran en absoluto el problema, lo importante era no llamar la atención de los centinelas de la ciudad fortificada. Casi una hora después la expedición encontró los destellos de las antorchas sobre las almenas. El capitán ordenó bordear la muralla hacia el río, avanzaba con paso firme sin dejar de observar su ajado mapa. Como si contara los pasos, se detuvo y señaló a sus hombres un lugar muy concreto de la muralla. Minutos después los piratas habían pasado al otro lado. |