Mi historia de
Michelle Obama
invitémonos unos a otros a entrar. Tal vez entonces podremos empezar a ser menos temerosos, a hacer menos suposiciones erróneas, a librarnos de los sesgos y los estereotipos que nos separan de forma innecesaria. Quizá podamos centrarnos en aquello que tenemos en común. No se trata de ser perfectos. No se trata del lugar al que llegamos al final del recorrido. Hay cosas que nos hacen poderosos: darnos a conocer, hacernos oír, ser dueños de nuestro relato personal y único, expresarnos con nuestra auténtica voz. Y hay algo que nos confiere dignidad: estar dispuestos a conocer y escuchar a los demás. Para mí, así es como forjamos nuestra historia.