Lanzarote de Michel Houellebecq
"Seguí diciendo que los habitantes de Lanzarote, a pesar de su curiosa actitud reservada, no se diferencian de otros autóctonos en lo tocante a su relación con la belleza del paisaje en el que viven. Insensible por completo al esplendor de su entorno natural, el autóctono se dedica, en general, a destruirlo... para desesperación del turista, ser sensible ansioso de dicha. Cuando el turista le ha hecho ver la belleza, el autóctono es capaz de verla, de conservarla y de organizar explotación comercial en forma de excursiones."
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