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Ampliación del campo de batalla de Michel Houellebecq
Sin embargo, fue al desembocar en la avenida Ferdinand-Buisson cuando se me ocurrió la idea de denunciar un robo. En estos tiempos roban muchos coches, sobre todo en el extrarradio; sería fácil que la compañía de seguros y mis compañeros de trabajo entendieran y aceptaran la historia. Porque ¿cómo iba a confesar que había perdido el coche? Enseguida me tomarían por gracioso, hasta por gilipollas; era muy imprudente. No se admiten bromas sobre ese tipo de temas; así se crea una reputación, se hacen y deshacen las amistades. Conozco la vida, estoy acostumbrado. Confesar que uno ha perdido el coche es casi excluirse del cuerpo social; decididamente, aleguemos un robo.
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