La plaza del diamante de Mercè Rodoreda
Y entre campana y campana, un caracol de mar de esos que, cuando acercas el oído, suena dentro el mar. Aquel caracol que había podido meterse todos los llantos del mar dentro, era para mí más que una persona. Nadie podría nunca vivir con aquel ir y venir de las olas metido dentro. Y cuando le quitaba el polvo le escuchaba un ratito.
|