Finnikin de la roca de Melina Marchetta
—No llores —le dijo ella con dureza, aunque las lágrimas le cubrían su propio rostro—. No llores, Finnikin, porque si empezamos a llorar, nuestras lágrimas no acabarán nunca.
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Finnikin de la roca de Melina Marchetta
—No llores —le dijo ella con dureza, aunque las lágrimas le cubrían su propio rostro—. No llores, Finnikin, porque si empezamos a llorar, nuestras lágrimas no acabarán nunca.
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