La colina del almendro de Mayte Esteban
Era su atención la que pretendía, y el brillo que desprendían sus ojos le asustó, porque vio un destello de deseo en todo aquello. deseo de agradarle, deseo de tener su atención exclusiva, deseo de que sus manos la tocasen y sintiera de nuevo la turbación que la invadió cuando la visitó mientras estaba enferma.
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